A medianoche de ayer, doce clubes europeos han decidido de común acuerdo anunciar el nacimiento de la Superliga, un campeonato en el que (casi) todos los grandes nombres del Viejo Continente competirán por la conquista del trofeo “Super”. Oficialmente, la Superliga europea, a ojos de periodistas y medios de comunicación, pretende ser un campeonato ‘al estilo NBA’, en el que no hay un verdadero proceso de descenso y clasificación. O mejor dicho, aún no se ha aclarado.

El campeonato ‘estilo NBA’ puede ser así para hacer el concepto para el fanático inactivo, pero no de hecho, ya que las piedras angulares de un sistema, el estadounidense, son definitivamente más complejas también debido / gracias a la introducción: innovadora en el Años 50 y recuperación 40 años después por Stern – del Tope salarial.

Si el objetivo de la Superliga es claro, es decir, reunir a los mejores equipos para presentarse comercialmente juntos en todo el mundo, sacando provecho de una pifia entre los derechos televisivos y el patrocinio, lo que actualmente parece faltar es (también) una Sistema regulatorio. ¿Cómo se dividen las ganancias? ¿Cómo se reparten los premios? ¿Habrá un sistema – cuestionable – de Juego Limpio Financiero? ¿Los contratos de los jugadores estarán vinculados a un tope salarial interno con todas las excepciones del caso o seguirán cometiendo un error Cristiano Ronaldo y Messi frente a sus compañeros?

La filosofía del Salario Cap, pero también del sistema deportivo estadounidense, es simple: se quiere proteger el equilibrio económico de los deducibles, pero también actúa como un elemento para mantener viva y equilibrada la competencia entre ellos. La otra característica a tener en cuenta es que no hay otras competiciones profesionales además de su propia liga (NBA). Para mantener un cierto equilibrio entre los equipos, se adoptó el Draft de la NBA, en el que los mejores jugadores universitarios pasan directamente a los equipos clasificados al final de la clasificación de la temporada. Un sistema casi incompatible con la filosofía europea, compuesto por una miríada de ligas menores por escalar y sectores juveniles por crecer, e incluso aquí podríamos abrir un tema.

Eso sí, con esto no estamos diciendo que la Superliga se haga o no se deba hacer, sino que, antes de compararla con la NBA, aún queda mucho por concretar para captar las bondades o no de la operación implementada por los grandes nombres del fútbol.

Al comienzo del nuevo milenio, en cualquier caso, una idea de este tipo ya había destellado en Europa, pero seguía siendo solo una hipótesis por analizar, pero aún así una hipótesis. En la ocasión anterior, se justificó diciendo que la diversidad de elementos entre el modelo deportivo americano y el modelo europeo es tanta y tal que la transposición completa de uno a otro, por motivos puramente económicos, sacaría a la luz problemas no sólo económico, pero cultural, antropológico y quizás incluso político. Es casi seguro que alteraría el sistema deportivo europeo, que, según la Comisión Europea, debe ser salvaguardado y defendido por todos los medios.

En todo caso, tenemos que hablar de un modelo de baloncesto al estilo de la “Euroliga”.